sábado, 20 de diciembre de 2014

La escolarización correcta del niño con Síndrome de Asperger

 
 


Los niños con Síndrome de Asperger no tienen el mismo perfil de comportamiento y aprendizaje que los niños con Autismo. Las unidades específicas de las escuelas, para niños con Autismo, no son las adecuadas para los niños con Asperger. Además, los niños con Asperger no tienen una enfermedad mental y los servicios psicopedagógicos se mostraran reacios a prestar los servicios necesarios. Aunque el niño pueda presentar problemas específicos de aprendizaje, no será candidato a recibir atención específica. Además, las administraciones públicas no suelen disponer de los recursos, servicios y políticas adecuadas para las personas con este síndrome.
En primer lugar, tanto la familia como el equipo docente necesitarán adquirir experiencia y conocimientos en este área. Así como a disponer de acceso a los recursos y programas específicos. Una investigación de revisión sobre el rango y la variedad de recursos disponibles para las personas con autismo, nos desvela que la educación de estos niños requiere de la adquisición de una experiencia previa. Y exactamente lo mismo sucede con el Asperger. Los profesionales de este área advierten sobre la necesidad de desarrollar conocimientos específicos en este campo. Por ejemplo: Los responsables de educación deben permitir al equipo docente el acceso a estos profesionales para recibir consejo y pautas de trabajo. El profesional especializado puede visitar las aulas para observar al niño y en base a esa observación dar pautas, estrategia, recursos o proponer formación específica. En el caso de que debido a la distancia, por ejemplo, el profesional no pueda desplazarse al aula, se puede usar como apoyo las nuevas tecnologías de comunicación. Videoconferencias, por ejemplo.
Los padres también pueden ser de apoyo, proveyendo información al maestro, ya sea esta obtenida a través de internet, o de publicaciones específicas. Aunque los padres no sean expertos en Síndrome de Asperger, sí son expertos en sus hijos. En su historia de desarrollo, su personalidad y carácter, el éxito o fracaso de estrategias previas, etc. He advertido, que cuando una escuela adquiere la experiencia necesaria, aumenta el éxito y reputación de la misma y puede aumentar el número de niños con una problemática similar. Los padres y los profesionales tienen una guía informal de buena escuela.
Muchos de los programas para intervención de niños con Síndrome de Asperger necesitan trabajo individual y pequeños grupos de trabajo. Para ello se pueden requerir los servicios de un profesor de apoyo. Su papel es fundamental y complejo. Sus principales responsabilidades serían:
  • Alentar al niño a ser más sociable, cooperativo y flexible, tanto cuando juega como cuando trabaja con otros niños.
  • Ayudar al niño al reconocimiento y aprendizaje de las normas sociales de conducta.
  • Dar atención personalizada para el manejo y comprensión de las emociones: Educación afectiva.
  • Trabajo y apoyo en el desarrollo de las habilidades sociales y trabajo en equipo.
  • Apoyar al niño en el desarrollo de intereses como medio de mejorar la motivación, el talento y el conocimiento.
  • Poner en práctica un programa destinado a la mejora de la motricidad fina y gruesa.
  • Trabajar y diseñar estrategias en la línea de la Teoría de la Mente para una mejor comprensión de terceros y desarrollo de la empatía social.
  • Fomentar las habilidades de conversación.
  • Ofrecer clases de repaso para la mejora en los puntos débiles del aprendizaje del niño.
  • Que el niño sea capaz de hacer frente a la sensibilidad auditiva y sensorial. (Estimulación sensorial).
De esta forma, el profesor de apoyo o asistente, aplica un programa diseñado por profesores, padres, terapeutas y especialistas enfocado en el comportamiento, emociones, cognición, lingüística, habilidades motoras y sensoriales. En el caso de que los presupuestos públicos no alcancen a cubrir los costos de este asistente, quizás las familias puedan apoyar con sus propios recursos financieros. De igual forma, el asistente ha de recibir formación sobre el Asperger.
Lo normal es que el niño con Asperger esté matriculado en una escuela ordinaria y no en un centro de educación especial. Yo considero que lo normal es la inclusión educativa en aula ordinaria, ya que es muy importante tener un grupo de compañeros con un comportamiento social estándar para que el niño tenga la motivación intelectual y social para el aprendizaje de cómo relacionarse con sus pares y personalmente, contribuir al desarrollo de sus habilidades sociales. ¿Cual serían los requerimientos de una buena escuela? Tengo una amplia experiencia en la observación y el apoyo de niños con Síndrome de Asperger en una gran variedad de escuelas. Mi conclusión general es que mientras algunas características son esenciales, otras tienen una importancia limitada. Lo más importante es la personalidad y capacidad del profesor o profesora, y el acceso de este a apoyos y recursos. El niño con Asperger es siempre un gran desafío. Los profesores deben de tener un carácter tranquilo, ser predecible en sus reacciones emocionales y flexible con el plan de estudios, así como en su modo de enseñanza, para poder acomodar al niño de la forma adecuada y saber reconocer los aspectos positivos que esto conlleva. Debe de ser capaz de ver el mundo desde la perspectiva del niño. Tener un buen sentido del humor, también ayuda. En algunos casos, es probable que el niño esté encantado, y un momento después, muy confundido.
Una característica del Síndrome de Asperger, es precisamente, la variabilidad expresiva en las señales del día a día. Un día puede estar concentrado, sociable y aprendiendo a buen ritmo y otros días puede estar absorto en sí mismo, y con una falta de confianza y pérdida de habilidades. Es como si estas señales viniesen en olas o mareas, las cuales tienen un cierto ciclo interno en los ritmos del niño. En estos días malos, es mejor concentrarse en la revisión de actividades previas y practicar cosas ya conseguidas a modo de refuerzo. Ser paciente y esperar a que “baje la marea” y el niño pueda avanzar nuevamente. Si esto se convierte en un problema, padres y profesores pueden definir los ciclos, e incluso examinar qué factores pueden intervenir en este ciclo.
Tener experiencia previa no siempre es fundamental, ya que cada niño con Síndrome de Asperger es único, y el profesor deberá usar diferentes estrategias. Aprender cómo relacionarse y comprender a los demás, puede llevar varios meses. No debe de ser un factor indicativo la evolución del niño en las primeras semanas. Además, el niño también necesitará de cierto tiempo para adecuarse al nuevo contexto de las rutinas escolares. Ya sea porque es la primera vez o tras el regreso de unas vacaciones. El cambio o reemplazo del profesor, puede provocarle ansiedad. Indistintamente de la edad del profesor, el tamaño de la escuela o si esta es pública o privada. Lo que importa es el tamaño de la clase. Aulas abiertas y ruidosas, es mejor evitarlas. Los niños responden mejor en una clase tranquila, ordenada y con un ambiente estimulante y no crítico. Los padres suelen advertir que mientras con algunos profesores el niño progresa adecuadamente, al año siguiente es un desastre total para todos. Si existe una compatibilidad alumno/profesor, este hecho se verá reflejado en la actitud del resto de compañeros. Si el maestro presta su apoyo, esta actitud se extenderá al resto de compañeros. Si la actitud es crítica y excluyente, el resto de niños adquirirán esa misma actitud negativa. He observado, que los niños con Síndrome de Asperger tienden a desarrollar en otros niños tanto un instinto maternal y protector como el contrario, un instinto depredador. El maestro deberá de supervisar y guiar las interacciones del niño para evitar precisamente que se desarrollen las actitudes depredadoras.
Por supuesto es igual de importante que el profesor encuentre el apoyo necesario en el colegio, tanto por parte de sus colegas como por parte de la administración del mismo. El profesor y la escuela deberán hacer algunas concesiones especiales. Por ejemplo, si el ruido y las esperas provocadas por una asamblea general le resultan agresivas, puede esperar tranquilamente en su aula durante el desarrollo de la asamblea. De la misma forma, si el niño pasa por una época de ansiedad y depresión, puede permitírsele pasar los exámenes en otro momento, cunado ese estado de tensión emocional haya pasado.
Una vez que los padres han localizado una escuela que proporciona los recursos necesarios, entonces es importante permanecer en la misma. Ir a una nueva escuela implica, no solo el cambio de compañeros, sino de empezar de nuevo con la historia del niño, las estrategias que funcionan y las que no, etc. Aunque finalmente deberá de cambiar, antes o después, de centro educativo, es más fácil si acude a un centro donde acudan sus compañeros y que el personal de ambos centros se reúna para transferir el conocimiento adquirido con el tiempo del antiguo equipo docente al nuevo. Hay varios aspectos importantes a considerar para afrontar este cambio de centro: Qué el niño pueda visitar previamente el centro para ir acostumbrándose y reconociendo la geografía del centro. También es importante que un profesor se encargue de forma específica de asegurarse no solo de la integración en el nuevo centro, si no de la identificación de compañeros de apoyo para cuando los profesores no estén delante.
Asistir a la escuela secundaria puede presentar nuevos problemas. En la escuela primaria, profesor y alumno están juntos durante un año y tienen tiempo para conocerse. En la escuela primaria, el entorno es mucho más protector hacia los alumnos, y es más fácil acomodar al niño con Asperger. En la escuela secundaria los profesores dedican mucho menos tiempo a los alumnos y además tienen un plan de estudios mucho más rígido. A su vez, los adolescentes son menos tolerantes con quienes no presentan conductas comunes a los grupos sociales, ya sean por ropa, intereses, etc.
Además a esas edades el diagnostico es mucho menor y los profesores no tienen ni idea de este tipo de discapacidad. El niño es considerado simplemente como desafiante, intencionadamente desobediente o emocionalmente perturbado, y la disciplina convencional se supone que es eficaz. Para evitar la confrontación potencial y la desesperación de todas las partes, sería de mucha utilidad el disponer de guías sobre el Síndrome de Asperger en la escuela secundaria, aclarando los retos y dificultades que enfrenta el adolescente, sus posibilidades frente a la frustración, el cambio, la crítica,…, y haciendo un especial hincapié en las cualidades que pueden presentar las zonas especiales. Una vez que los profesores comprendan las peculiaridades del Síndrome podrán comprender los comportamientos en la clase.
Desafortunadamente, algunos adolescentes con Síndrome de Asperger, pueden desarrollar claros signos de trastornos de ansiedad, ataques de pánico, trastornos obsesivo compulsivo (TOC), depresión con tendencias suicidas o episodios de ira intensa y agresión, que pueden desembocar en la expulsión del centro. Debo señalar que esto ocurre en muy pocos casos y suele estar relacionado cuando el adolescente tiene graves problemas de adaptación al nuevo entorno o sufre episodios de acoso. En este tipo de casos, es posible que el joven requiera del uso de fármacos y apoyo psicológico. En algunos casos, la situación puede ser tan grave que la familia considera la finalización de la asistencia al centro y acabar la educación en casa. He observado un gran éxito usando esta opción. En cualquier caso, la educación en casa debe ser cuidadosamente examinada para garantizar el acceso del adolescente a profesores cualificados, así como evitar el completo aislamiento de otros adolescentes. Sin embargo, esta puede ser una gran alternativa a la medicación y un posible ingreso en planes de asistencia psiquiátrica infantil. Los padres están siempre preocupados acerca de si las escuelas convencionales pueden ajustarse para ayudar al niño con Asperger, o si por el contrario deberían de asistir a centros específicos.
Para finalizar, me gustaría hacer hincapié que correcta escolarización debe de basarse también en una evaluación exhaustiva de las capacidades del niño, sus habilidades de razonamiento social, una cuidadosa selección del entorno educativo y el acceso por parte del equipo docente a la información y recursos adecuados y al desarrollo de un enfoque de trabajo en equipo. Con esta combinación, tenemos la oportunidad de mejorar significativamente las capacidades generales de los niños con Síndrome de Asperger.
© Tony Attwood, todos los derechos reservados.© Traducción Autismo Diario
Este artículo no puede ser reproducido ni copiado sin autorización expresa.



El síndrome de Asperger o trastorno de Asperger es un conjunto de problemas mentales y conductuales que forma parte de los trastornos del espectro autista. Se encuadra dentro de los trastornos generalizados del desarrollo (CIE-10;Capítulo V; F84). La persona afectada muestra dificultades en la interacción social y en la comunicación de gravedad variable, así como actividades e intereses en áreas que suelen ser muy restringidas y en muchos casos estereotípicas.
Se diferencia del autismo infantil temprano descrito por Kanner y de otras formas menos específicas en que en el trastorno de Asperger no se observa retraso en el desarrollo del lenguaje, y no existe una perturbación clínicamente significativa en su adquisición. No hay retardo, por ejemplo en la edad en que aparecen las primeras palabras y frases, aunque pueden existir particularidades cualitativas (por ejemplo gramaticales) que llamen la atención, así como una preservación generalizada de la inteligencia.1 2 Aunque la edad de aparición y detección más frecuente se sitúa en la infancia temprana, muchas de las características del trastorno se hacen notorias en fases más tardías del desarrollo, cuando las habilidades de contacto social comienzan a desempeñar un papel más central en la vida de la persona.

Mitos

http://sindromedeaspergerinformativo.blogspot.com/Reportaje

Reportaje TVN: Síndrome de Asperger


viernes, 19 de diciembre de 2014

Sìndrome de Asperger en adultos

Revista chilena de neuro-psiquiatría

versión On-line ISSN 0717-9227

Rev. chil. neuro-psiquiatr. v.43 n.1 Santiago mar. 2005

http://dx.doi.org/10.4067/S0717-92272005000100007 

REV CHIL NEURO-PSIQUIAT 2005; 43(1): 51-60
ARTÍCULO ORIGINAL
Autismo: una mirada desde la psiquiatría de adultos
Autism: an adult psychiatry perspective

María Elisa Irarrázaval O., Walter Brokering A., Gustavo Adolfo Murillo B. 
Hospital Psiquiátrico Dr. José Horwitz Barak (MEI, WB, GAM)
Escuela de Medicina Universidad Diego Portales (MEI)

Resumen. Los Trastornos del Espectro Autista (TEA) agrupan diversos cuadros clínicos que se caracterizan por presentar alteraciones del desarrollo con deficiencias en las áreas de comunicación, conducta e interacción social. Su prevalencia ha presentado un importante aumento desde 4 a 5 por 10.000 hasta 10 por 10.000 niños. Las manifestaciones clínicas son características según cada etapa evolutiva y, tanto la adaptabilidad al medio, como el pronóstico final van a depender del desarrollo intelectual alcanzado y de la rehabilitación psicosocial temprana. El pronóstico de vida es igual al de la población general y los autistas adultos presentan generalmente cuadros de agitación psicomotora y de adaptación, tanto depresivos como ansiosos. El origen de las TEA es neurobiológico, se remonta a etapas tempranas del desarrollo fetal o infantil y está relacionado con factores genéticos complejos. El abordaje psicofarmacológico es inespecífico y va dirigido a corregir las alteraciones conductuales que priman en cada caso. 
Palabras clave: autismo, diagnóstico, pronóstico, neurobiología, psicofarmacología.

Introducción
Leo Kanner publica en 1943, en Estados Unidos, bajo el título “Trastornos Autistas del Contacto Afectivo” una descripción de 11 niños, cuyas características comunes son importantes trastornos en 3 áreas diferentes del funcionamiento psíquico: 1) apreciable perturbación en la reciprocidad de la interacción social, con tendencia al aislamiento, retraimiento o soledad; 2) notoria alteración en las capacidades comunicativas, con profunda inhibición o ausencia de lenguaje, tanto expresivo como comprensivo y; 3) repertorio conductual patológico y disruptivo, consistente en estereotipias motoras y afán por conservar inmutable o inalterado el entorno. Un año después, Hans Asperger da a conocer la monografía “Psicópatas Autistas en la Infancia”,en la que describe una serie de niños con síntomas similares a los observado por Kanner, pero con un mejor funcionamiento verbal (1).
Los diversos y heterogéneos cuadros clínicos, agrupados actualmente bajo la denominación de “Trastornos del Espectro Autista” (TEA), se clasifican dentro de los Trastornos Generalizados del Desarrollo (TGD) tanto en la CIE–10 como en el DSM IV-TR (2, 3). Sin embargo, en otros tratados de la especialidad, especialmente los europeos, los encontramos agrupados en el gran capítulo de las Psicosis Infantiles (4, 5). Las dificultades nosológicas se deben a la compleja delimitación de los cuadros autistas entre sí y respecto de la esquizofrenia de comienzo infantil y a la amplia variación clínica con que se presentan. Además, los cambios evolutivos de sus manifestaciones clínicas, la alta frecuencia de síntomas autistas aislados en individuos con severo retardo mental, así como la baja frecuencia de casos, han sido factores que han contribuido aesta confusión.
En el DSM IV-TR se incorporan y definen otros trastornos autistas como el trastorno desintegrativo o Síndrome de Heller, condición semejante al autismo, pero que aparece sólo después de un período relativamente prolongado de desarrollo psicomotor normal. En el Síndrome de Rett, observado hasta ahora solamente en mujeres, a un período más bien corto de desarrollo normal, le sigue una fase en que disminuye la velocidad de crecimiento de lacircunferencia craneana, aparecen peculiares movimientosde las manos y se instala un severo retardo psicomotor. Por último, el Trastorno o Síndrome de Asperger, cuadro cuya delimitación e independencia del autismo todavía resulta controversial y difiere de éste en que habría un mejor nivel de funcionamiento cognitivo, mayores habilidades comunicativas y excéntricos intereses específicos.
En los años 60, la prevalencia de autismo, según la descripción clínica de Kanner, era de 4 a 5 por 10.000 niños. En los trabajos epidemiológicos realizados en los años 80 esta cifra ascendió a 7 en 10.000 con una proporción de 4 varones por 1 niña(6). Algunos autores destacan en la actualidad unimportante aumento de esta patología: 10/10.000 niños (referido aquí más ampliamente a los TEA), con una prevalencia de hasta 30/10.000 niños con trastorno del desarrollo generalizado (7). Recientes publicaciones mencionan un aumento de la prevalencia de hasta 17 autistas por 10.000 niños y de 63/10.000 para los TGD (8). Otros autores desestiman estas cifras advirtiendo que existe un sobrediagnóstico debido a criterios y métodos de diagnóstico poco fiables (9, 10). En todo caso, el acuerdo general es que sí existe cierto aumento de la prevalencia de esta patología a alrededor de 10/10.000 niños autistas. Esto se debería a un cambio en los criterios diagnósticos po runa parte, ya que estos son más amplios e incluyen cuadros menos floridos y, por otro lado, a un mayor conocimiento –y por lo tanto reconocimiento– de esta patología por médicos y pediatras quienes pesquisan un mayor número de casos.
Hemos observado últimamente un aumento de pacientes adultos con autismo que requieren hospitalización en nuestro centro asistencial. El motivo de ingreso más frecuente es la crisis de agitación psicomotora. Los pacientes presentan cuadros de severa agresividad durante la cual rompen objetosy/o agreden a sus familiares. Estos casos nos han llevado a revisar el tema de autismo infantil y a investigar sobre el desarrollo de la sintomatología a través de las diferentes etapas de la vida, así como el pronóstico de estos pacientes en la edad adulta. Asimismo, hemos revisado los avances en las investigaciones neurobiológicas y en los tratamientos farmacológicos.